17 de noviembre de 2013

Muguruza Ardoak, el sabor de lo auténtico.


Foto: Julio Prieto


Al fondo del pueblo, en zona peatonal próxima a la boca del puerto de Pasajes, se encuentra esta simpática casa de comidas, que nos traslada en el túnel del tiempo a los años sesenta del siglo pasado. Un local humilde y cutre, con estanterías de tienda de alimentación incluida, sin manteles, que alberga siete u ocho mesas donde diariamente comen unas 20 y nunca más de 30 personas, que previamente han reservado. El menú, salvo encargarlo previamente, lo fija la casa y cuesta 15 €. Hemos dicho bien, 15 € que dan para cinco platos y postre. 15 € para una entrada y cuatro platos de pescado, que se adquieren en la lonja local, lo que permite una tarifa de saldo, un verdadero chollo, que hace difícil obtener una mesa (hay que reservar al menos con tres meses de antelación). La sensación de lo que se paga por lo que se recibe es de ser agraciado con un premio millonario.
Si hubiese alguna duda, digamos que los géneros provienen de la cercanísima lonja de Pasajes, del mismo día, y que las raciones, además, son generosas. La fritura, sin alardes de nada, está más que bien. En consecuencia, géneros vivos hechos con atino y un costumbrismo que a todos, absolutamente todos, gusta y hasta encanta. El nombre de los protagonistas depende de la oferta y la demanda, de lo que traigan los barcos y se subaste a tarifas comedidas. Por ejemplo, anchoas, soldaditos, calamares y rape...ese es un menú habitual, siempre frito atinádamente, según la tradición, sin ningún sentido aceitoso, con una populachera ensalada de tomate con piparras y atún, además de aceite y un sucedáneo de Módena. Uno sale dando brincos. Y si quiere introducir pescado con mayúsculas u otros lujos, solo hay que avisar a María Luisa Arregui, siempre dispuesta a decir sí, sin hacer ninguna concesión; la casa tiene su identidad y su "protocolo".
Un 10 en su género. Único.